Recomendaciones de la semana
Y cuando Clint Eastwood cambió las balas por amantes (y salió todo mal para todos menos para él)

Venga, viajemos a 1968, ese año glorioso en el que Clint Eastwood decidió que disparar no era suficiente y que también quería cantar y bailar. Sí, el tipo que acababa de petarlo como el “Hombre sin nombre” en la trilogía del dólar se metió en La leyenda de la ciudad sin nombre, un musical western. Yo me imagino a Sergio Leone viendo eso y pensando: “¿Pero qué necesidad había, Clint?”.
Total, que Eastwood estaba en la cima, casado con Margaret Neville Johnson, pero con más frentes abiertos que una serie de Netflix. Tenían “matrimonio abierto”, que en su caso venía a significar: Margaret sabía que Clint hacía lo que quería… y no siempre le hacía gracia, pero sobrevivía como podía.
En ese contexto entra en escena Jean Seberg, la coprotagonista. Eastwood ya tenía dos amantes activas cuando llegó al rodaje, pero claro, aparece Seberg, a la que ves y dices: “Aquí se viene tormenta”. Y vaya si la hubo. Se liaron, cómo no, y ella cayó enamorada hasta las trancas. Él… bueno, él cayó sobre ella, que no es lo mismo.
Problema: Jean estaba casada con el escritor y diplomático francés Romain Gary. Y Gary, a diferencia de Margaret, no llevaba bien lo de que su mujer se estuviera enamorando del vaquero más famoso del planeta. Tanto, que Gary llegó a retar a Clint a un duelo a muerte. Ojalá imágenes de eso. Lamentablemente —o afortunadamente, depende del karma que manejes— nunca llegó a ocurrir.
La historia la recuperó Karina Longworth en su podcast You Must Remember This, contando que Gary se fue, Seberg llamó a su publicista llorando amor por Clint y pidiendo ayuda para anunciar su divorcio… y mientras tanto Eastwood estaba ya pensando en otra cosa. Literalmente. Acabó el rodaje y puf, desapareció. Como si Jean hubiera sido un extra sin frase.
David Richards, biógrafo de Seberg, lo resume perfecto: “Volvieron a Paramount y Clint actuaba como si no supiera quién era”. A ella aquello la destrozó. Era frágil, estaba enamorada, y él la trató con una frialdad de villano del western. Y con eso empezó un efecto dominó trágico: un año después del suicidio de Seberg, Gary se quitó la vida de un disparo.
Clint… siguió a lo suyo.
Así que sí: cuando hablamos de las sombras del Hollywood dorado, pocas proyectan tan lejos como esta.
Vamos al lío.
¡Ah! Y si te gusta lo que hacemos, recomiéndanos, que no cuesta nada.
Siempre es invierno (Peli)
Si eres de los que le gustó la película 500 días con ella, Siempre es invierno, de David Trueba, vendría a ser su versión melancólica y dura.
Esta película, adaptación de su novela Blitz, explora lo que sucede cuando una vida que creías controlada se desmorona de golpe. El protagonista, Miguel (interpretado por David Verdaguer) —arquitecto paisajista— viaja a Lieja (Bélgica) con su pareja (Amaia Salamanca) para un congreso y, de repente, su relación se rompe. Decide quedarse unos días más en la ciudad para ordenar su cabeza, y allí conoce a Olga (Isabelle Renauld), una mujer mayor que él, que trabaja como voluntaria en ese congreso. A partir de ese encuentro empieza un proceso de reconstrucción emocional y profesional para Miguel.
Trueba ya había dicho que uno de los ejes de la cinta es “el perceptible paso del tiempo sobre las personas”. Y en ese sentido, lo que parece un drama romántico más se convierte en un retrato íntimo del duelo afectivo, la soledad y la posibilidad de reinicio.
Visualmente y narrativamente no busca el golpe fácil. El escenario frío de Lieja, la ruptura abrupta, la diferencia de edad con la nueva relación planteada… todo contribuye a esa sensación de “invierno” metafórico en el que se mueve Miguel.
¿Dónde falla? Puede que el ritmo sea más lento de lo que a público de “drama comercial” le guste y que la diferencia de edades —tema central— genere choque o recelo.
También te digo: para que David Trueba hiciera algo tan alegre como 500 días juntos y no esta depresión con banda sonora, igual Ariadna Gil no tenía que haberse fugado con Viggo Mortensen.
Porque claro… después de Aragorn, ¿quién levanta cabeza?
La tienes en tu cine más cercano.
Los Domingos (Peli)
Si te gusta el cine que se siente cercano y te remueve por dentro, Los domingos de Alauda Ruiz de Azúa es de esas películas que tienes que ver.
La peli gira en torno a Ainara, una chica de 17 años que comunica a su familia que quiere ingresar en un convento de clausura: esa decisión aparentemente personal desata tensiones familiares, silencios cargados y debates morales que la película explora sin postureo. Ese conflicto doméstico es el motor de todo.
La responsable de que esto funcione es, en gran parte, el casting. Blanca Soroa es Ainara y sostendrá muchas de las dudas y cargas de la peli; a su lado están nombres tan fiables como Patricia López Arnáiz y Miguel Garcés, que le dan al conjunto peso y textura.
Estéticamente, Alauda apuesta por una puesta en escena sobria: planos que dejan respirar a los personajes, diálogos contenidos y una atmósfera que se queda pegada una vez sales de la sala. No es ruido emocional; es precisión. Eso hace que el debate sobre la fe, la autonomía y la familia llegue con más fuerza.
¿Por qué verla? Porque parte de algo pequeño, una decisión personal, y acaba rompiendo a toda una familia. Te obliga a posicionarte, aunque no quieras. Si te van los dramas que no te lo ponen fácil ni te dicen quién tiene razón, esta peli te va a dejar pensando… y con un buen tema para debatir en la cena de Navidad.
La tienes en tu cine más cercano.
Chad Powers (Serie)
Si mezclas Ted Lasso con Señora Doubtfire… pero en el mundo del fútbol americano universitario, sale Chad Powers, la nueva serie de Glenn Powell en Disney+. Y sí, es tan rara como suena.
La historia arranca con Russ Holliday, exestrella caída en desgracia que lo perdió todo por ser un imbécil. Su plan más lógico: cambiarse la cara —literalmente— y reinventarse como “Chad Powers”. Peluca rubia, dientes falsos, nariz postiza… y un objetivo claro: colarse en un equipo universitario fingiendo ser otra persona. Con la ayuda de Danny (Frankie Rodríguez), intentará mantener la farsa: engañar a su equipo, su entrenadora —con la típica tensión romántica— y hasta la afición que le vitorea.
Lo mejor es que todo esto viene de algo real: en 2022, Eli Manning se disfrazó de jugador random para un sketch viral de ESPN y alguien pensó: “esto da para serie”. Disney+ dijo que sí, y aquí estamos.
El tono es un cóctel de humor incómodo, situaciones absurdas y una pregunta que se te queda pegada: ¿hasta dónde llegaría alguien por redimirse? Piensa en Tootsie, filtra el optimismo de Ted Lasso y añade un toque de Breaking Bad, donde cada mentira exige otra más grande.
Visualmente la serie está muy bien: estadios reales, asesoría de los Manning y una caracterización que convierte a Powell de galán a pringado adorable sin que lo reconozca ni su madre. La crítica está dividida —para algunos es el “Ted Lasso cínico” que nadie pidió, para otros una joya del humor incómodo—, pero el público ya la ha puesto en el top 3 de Disney+ y pide segunda temporada.
Si te mola el humor raro, los disfraces imposibles y las historias de redención a base de mentiras, Chad Powers es de lo más absurdo y divertido del año.
La tienes en Disney+.
El dossier Maldoror (Peli)
¿Qué pasa si juntas Asesinato en 8mm con Seven? Maldoror es la respuesta. Basada en el caso real de Marc Dutroux, el infame criminal que raptó, violó y mató a cuatro niñas, la película nos presenta a Paul Chartier, interpretado por un sobresaliente Anthony Bajon. No se pronuncia como estás pensando. Es un apellido belga. Sería algo como ‘Baxon’.
Bajon, conocido por su estilo interpretativo naturalista, se luce al combinar su intensidad juvenil (solo tiene 30 años) con una vulnerabilidad cruda, sin caer en exageraciones. Hay un plano de sus ojos, mirando un VHS de algo muy turbio, que te queda grabado en la retina.
La trama sigue a Chartier obsesionado por salvar a las niñas y hacer justicia en un entorno opresivo. El estilo Fincher se hace notar, manteniéndote en tensión durante gran parte de la película, mientras que la fotografía saturada aporta la oscuridad perfecta que necesita.
Fabrice Du Welch (director) a veces se pierde tratando de describir el contexto de los personajes, algo que muchas veces no es necesario. Él mismo admitió en Sitges, que se centró en qué haría un hombre honrado en una sociedad sin justicia.
La película dura 3 horas, pero le sobran 40 minutos (por lo de no sintetizar a los personajes). La escena de la boda, por ejemplo, no aporta nada. Pero el último tercio es otra historia: ahí es cuando todo empieza a torcerse y los actores se lucen de verdad.
Sergi López, como siempre, clava el papel de villano. Su toque de cinismo y elocuencia es una auténtica maravilla, creando un personaje lleno de matices con apenas 3 o 4 frases en toda la película. Su presencia es hipnótica.
Y no puedo olvidar la banda sonora. No es de esas te grita en la cara, sino que se filtra bajo tu piel, haciéndola aún más efectiva. No busca protagonismo, sino reforzar el ambiente y las emociones. El silbido que suena de vez en cuando se te quedará pegado en la mente. Te aviso.
La tienes en Movistar+.
Por cierto. Hemos hecho un libro de curiosidades sobre cine que no puedes perderte. La verdad es que es una pasada. Imágenes a todo color, mogollón de pelis, recomendaciones, secretos del cine y Eddie Murphy, ¿Qué más quieres?.
La peli que no te recomendamos
Los 4 fantásticos: Primeros pasos
Si alguna vez te has preguntado si una película de superhéroes puede ser aburrida… Los 4 Fantásticos te da la respuesta en bandeja. Me sorprende que en Filmaffinity le hayan puesto un 6,2. ¿En serio? ¿Esta película está al nivel de Wolverine y Lobezno? Una de dos: o los votos estaban comprados o yo ya estoy viejo para estas películas.
Me gustaría inclinarme por lo segundo, pero luego recuerdo escenas como la de La Cosa con barba, con menos gracia que Paz Padilla en su última película (no haré reseña, pero no os la recomiendo) o un Johnny Storm políticamente correcto que, aunque está interpretado por Joseph Quinn, no logra sacarte ni una sonrisa.
Y, por supuesto, no puedo olvidarme de Pedro Pascal, interpretándose a sí mismo en cualquier cosa que haga. Aquí, si cierro los ojos y solo escucho su voz lastimera, podría jurar que estoy viendo al Joel de The Last of Us… o al malo de Gladiator 2 con un toque nerd.
En serio, para mí es una peli planísima que engaña a sus fans: te hace creer que estás viendo la mejor película de los 4 Fantásticos… con menos química que un vaso de agua de mar en un concurso de ciencias.
¿Algo bueno? Sí, Galactus está bastante bien planteado y la manera de intentar pararlo funciona, y Silver Surfer tampoco está mal. Pero es tan aburrida y predecible que, sinceramente, te ahorrarías un par de horas si ves cualquier otra peli que te recomendamos esta semana.
Si aún así decides ir a lo loco… la tienes en Disney+.
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