🦇 Recomendaciones de la semana
¿Qué vemos en plataformas de streaming?

Hola Batcuever,
Ya no recuerdo la última vez que traje una serie por aquí.
Últimamente todo lo que veo son películas, y cada vez me cuesta más sentarme a ver una serie y, sobre todo, continuarla.
Tengo mil pendientes, cien que quiero revisitar y millones que dejé en el primer episodio porque se me hicieron cuesta arriba.
Esta semana te traigo una que me ha encantado, pero además, varias películas: algunas de antaño, otras de estreno y, por supuesto, una que no te recomiendo y que seguro levantará ampollas a más de uno.
Vamos allá.
Y, por supuesto, si te gustan estos contenidos, nos haces un favor compartiendo este post con tus conocidos. Así sabrán qué ver este finde.
Entrepreneurs (serie)
“¿Sabes quién no tenía mesa? La persona que inventó la mesa.”
Y con eso ya te resume el mundo entero de Entrepreneurs. Ese universo donde lo importante no es tener ideas, sino decir frases como si las tuvieras.
Esta serie es lo más parecido que ha hecho España a The Office, pero cambiando la Dunder Mifflin de Scranton por un coworking de Chamberí lleno de falsos gurús, creativos sin clientes y emprendedores que emprenden su marca personal. Aquí nadie trabaja, pero todos están muy ocupados. Están “liderando”. Están “escalando”. Están “rompiéndola”.
Lo mejor es que no fuerza la comedia. Va de dejar hablar a personajes y confiar en que se hundan ellos mismos en la vergüenza ajena. Y vaya si se hunden. Es ridícula, incómoda y tremendamente divertida. Todos hemos escuchado algo así en un evento de networking, en un podcast de desarrollo personal o en la bio de alguien que ahora es CEO de sí mismo.
La serie es incómoda porque no se ríe de los demás: se ríe de nosotros. De nuestra necesidad de buscar el éxito y la aprobación, de creernos especiales por madrugar, haver burpees y leer a Josef Ajram. Y tú te ríes., pero por dentro estás pensando en borrar tu último post de LinkedIn.
Álex de la Iglesia y los chicos de Pantomima, gracias por esta comedia.
La puedes ver en Disney+
Frankenstein
Guillermo del Toro adapta por fin la novela Frankenstein a la gran pantalla. Uno de sus proyectos soñados y que tanto tiempo lleva intentando llevar a cabo. Lo intentó hacer durante décadas, incluso se planteó a Benedict Cumberbatch (que ya lo interpretó en teatro), pero por unas cosas y otras, nunca ocurría. Finalmente, tras el enorme éxito de Pinocchio, Netflix le dio luz verde y aquí tenemos la mejor adaptación, para mi gusto, que nos ha regalado el cine.
Una fábula gótica sobre la creación, la relación padre-hijo y sobre la identidad. Han tenido que pasar muchos años, que la verdad le han venido bien a del Toro, para rodearse de gente con muchísimo talento, crecer como director y poder traernos esta maravilla.
No es una película de terror, es una historia totalmente emocional. No busca asustar, sino conmover. Y lo consigue. Este monstruo no da miedo, muestra una humanidad y un corazón puro. Es una criatura bella, rota y llena de inocencia. Jacob Elordi está increíble: tiene algo hipnótico, una mezcla de agresividad y fragilidad que hace que te olvides de cualquier versión anterior. El maquillaje es completamente artesanal. Diez horas al día pasaba poniéndose todo. Se nota el amor por la artesanía y el rechazo absoluto al CGI: todo respira textura, materia, realidad.
Oscar Isaac también está genial como Víctor Frankenstein. Más que un científico loco, es un artista obsesionado con su obra, un creador que juega a ser Dios sin entender las consecuencias. Del Toro lo muestra casi como si fuera una ópera. El “vals” del laboratorio, ese momento en el que da vida a la criatura, es probablemente una de las escenas más bonitas que ha rodado nunca.
Mola mucho cómo muestra la idea de que todos somos creación de otros y que hay algo de divino y monstruoso en ser padre, en ser hijo, en ser creador. Guillermo del Toro siempre ha creado monstruos como un espejo del alma humana, y aquí lo lleva al extremo.
Visualmente es una gozada, como siempre. Los decorados, el vestuario, la iluminación… todo está hecho con una precisión enfermiza. Y al mismo tiempo, es una película que te rompe por dentro. El final, sin entrar en spoilers, es dolor, belleza y redención.
Una obra hecha con el corazón. Y sí, creo que por fin ha rodado su película definitiva.
Puedes verla en Netflix
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Una casa llena de dinamita
Kathryn Bigelow siempre me mola, y me alegra verla en otra peli que te revuelve por dentro. No esperes entretenimiento puro y duro. Es una crítica, es terror real y es muy incómoda. Te deja viendo cómo el mundo se desmorona, pero nadie pierde la compostura. Americanada? Sí lo es.
La historia va sobre el lanzamiento de un misil hacia Estados Unidos. No se sabe de dónde viene ni si es un error, pero el simple hecho de que “podría ser real” basta para desatar el pánico silencioso. A partir de ahí, Bigelow construye un relato escalofriante, frío, pero tan real que acojona. No hay villanos, ni discursos épicos de ministros, ni presidentes que saben pilotar un caza o se llaman “M.Rajoy”. Solo protocolos, pantallas, trayectorias y personas que tienen que hacer su curro y seguir órdenes sin entender qué está pasando.
La puesta en escena es más fría que el abrazo de una suegra. La cámara se mueve para dar sensación de documental, de realidad. Rebecca Ferguson está genial (como siempre), pasando de la duda al miedo mientras lidia con ser profesional. Idris Elba, como presidente, intenta parecer firme mientras todo se tambalea, pero está tan cagado como todo el mundo.
Lo que consigue Bigelow es terror real. No el de un monstruo, un fantasma o un asesino en serie, sino el de la burocracia y la cadena de mando, el de un sistema que puede irse a la mierda en treinta minutos y nadie puede hacer nada. Lo que aquí ves es lo fácil que puede llegar el fin del mundo hoy en día y lo mal preparados que estamos para ello. Lo hemos visto en la gestión del COVID, en Valencia lo vimos con la Dana… y ahora, con tanta guerra, con tanto conflicto y gente de poder midiendo el tamaño de sus pollas… esto sí que da miedo, pero miedo de verdad.
Máximo Riesgo
La peli deja bastante claro de qué va: adrenalina, alturas imposibles y Stallone colgado de un arnés con esa cara de “me cago en to” mientras intenta salvar a alguien en unas montañas heladas. Y esa escena inicial donde no lo consigue. Uff qué buena. Copiada genial en Ace Ventura: Operación África, por cierto. Ese arranque ya te mete en el tono: esto no va de Stallone como el héroe que puede salvarlo todo, va de gente normal y gente que se cae. Literalmente.
Lo curioso es que, aunque por fuera parece una más de acción de los 90, por dentro tiene momentos casi de slasher: personajes que van cayendo uno a uno, un villano carismático con aires de teatro barato shakespeariano (hablo de ese John Lithgow desatado) y una tensión que se apoya más en el entorno que en las balas. La nieve, el hielo, las grietas, los picos… todo en esta peli puede matarte. Hasta el aburrimiento. Seamos sinceros, no es nada del otro mundo y se vuelve tediosa.
También tiene su punto de peli de colegas, con el reencuentro tenso entre Stallone y Michael Rooker, que se odian pero ya sabes que van a acabar haciendo equipo porque el manual del buen blockbuster lo exige. Pero oye, es una peli que sabe lo que es y no se avergüenza: un espectáculo físico, con músculos, esteroides, labios torcidos, escarcha y frases de mierda entre explosiones.
Y a mí con eso, muchas veces, ya me basta.
La tienes en Movistar+
Y por supuesto, vamos ahora con…
La Peli que te ahorro ver
Sirat
Lo siento, pero no es para mí.
No entiendo qué me he perdido para que vea esto y me parezca lo más aburrido que he visto este año. Una de las películas españolas que hace carrera a los Oscar, la quinta película más taquillera del año... He hablado con gente a la que le ha encantado, otros que la han odiado. No importa que sean cinéfilos o espectadores normales, hay una clara polarización en las reacciones: o te encanta o la odias. Yo absolutamente estoy en el segundo grupo.
Esta película tiene una atmósfera interesante, un elenco variopinto y una intención por ser transgresiva, pero para mí no logra llegar a ser tan desgarradora como se cree, o pretende serlo.
Una hora para que ocurra algo interesante, y cuando ocurre, que se supone que debería ser un momento dramático, profundo, que me dejase con el corazón en vilo, que me rompiese... Lo único que ocurre es la nada. Aunque luego se haga un trabajo con el sonido y la foto para generar ansiedad y que el momento sea más duro. Nada, la absoluta nada. Y no porque yo esté inmunizado contra cualquier giro o momento dramático. Lo que creo, a mi parecer, es que durante una hora la historia no ha conectado conmigo, los personajes aún menos, y cuando tengo que empatizar y sentir algo, en ese momento que aparece porque sí, porque había que hacer algo, está rodado de tal manera que ni me creo el momento, ni las reacciones ni nada.
Ah, bueno, y de ese midpoint hacia adelante, la cosa no mejora. La película volverá a hacer lo mismo una vez y otra vez, y las reacciones serán igual de inverosímiles como los deus ex machina que meten para que pasen cosas y no sea ir del punto A al punto B. La he terminado por auto-obligación. Y al final, ya me estaba riendo de lo absurdo que me estaba pareciendo todo.
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