
Hola Batcuever,
Esta semana ha sido la Fiesta del Cine. O como me gusta llamarla: El Black Friday de los que confunden el sonido envolvente con hablar a gritos durante la peli.
Así que por cambiar un poco, hoy no te traigo joyitas escondidas ni pelis de estreno en plataformas, sino recomendaciones de lo que puedes ver ahora mismo en cartelera.
Y si eres como yo, que no va esos días porque las salas se llenan de gente que saca el móvil cada 5 minutos y se pasa la peli comiendo nachos como si estuvieran en un torneo de ASMR, tranquilo: estas son perfectas para ir este finde, cuando ya se han ido todos los que fueron solo porque costaba tres euros.
Vale, sí, me estoy volviendo un abuelo gruñón. Pero con criterio.
¡Empecemos con las recomendaciones!
Y si crees que estas recomendaciones podrían interesarle a alguien, nos harías un gran favor compartiendo esta publicación.
Una película de Minecraft
Nunca he jugado a Minecraft más de diez minutos. Lo intenté una vez, pero me perdí picando en línea recta hasta que me atrapó la lava. Fin de la historia. Así que no vengo aquí con nostalgia ni expectativas.
Lo que sí traía era curiosidad: ¿cómo se puede hacer una película con historia y personajes cuando el juego no tiene ni una cosa ni la otra? Pues parece que la respuesta es: no se puede. O al menos no como lo han hecho aquí.
La peli intenta ser una aventura infantil con muchos guiños al juego, pero no termina de funcionar como ni una cosa ni la otra. Tiene acción, sí, y un par de bichos que reconocí de haberlos visto en camisetas, pero todo parece forzado, como si estuvieran marcando puntos en un checklist: escena con monstruito, escena de construcción, escena de diamantes, y así.
Lo que la salva, y con bastante diferencia, es Jack Black. Está haciendo de sí mismo, y se nota que está para pasárselo bien. Le da igual todo. Canta cada vez que puede (que ya sabemos que le flipa) y se marca momentos de sobreactuación maravillosos. Le queremos, y es lo que hace que la peli no se desmorone del todo.
Y claro, no puedo evitar pensar cómo se habría hecho esto en los 90. Habría sido tipo Jumanji, que tenía incluso puntos de terror, o el cine de Amblin, que no trataba a los niños como tontos y se convertían en películas eternas. Pero últimamente, todo lo que se hace de aventuras infantiles tiene menos personalidad que el perro de Soy leyenda… después del minuto 45. Como si el algoritmo mandase más que la imaginación.
Hostia el chiste del perro ha dolido, eh? jajajaj
Pues tranqui, la peli de Minecraft duele más.
Sinners (Los Pecadores)
Fui a verla con bastantes ganas y, aunque me pareció divertida, hubo cosas que, ya con la película digerida, me hacen replantearme la nota.
Es un claro homenaje a la música, al blues y a cómo la comunidad negra ha sido autora de una parte esencial de la riqueza musical del mundo, y el hombre blanco ha hecho apropiación cultural. Pero eso es solo el trasfondo para contar cómo dos gemelos (ambos interpretados por Michael B. Jordan) regresan de Chicago a Mississippi tras años en los bajos fondos, con la idea de abrir un club y ser libres. El problema es que la música que allí sonará, interpretada por su primo, atraerá a alguien que pondrá todo patas arriba.
La ambientación es genial. El retrato del sur de Estados Unidos en los años 30, junto con la fotografía y el uso de la música, hace que sea una película hipnótica. La primera parte, en la que los hermanos reclutan a su equipo mientras lidian con los obstáculos del camino, resulta muy entretenida.
Hay elementos místicos, acción, gangsters, KKK, muchos tiros y un momento en el que la película toma un rumbo distinto. Ese desvío no molesta, pero se ha visto ya en otras películas donde funcionaba mejor. Y claro, yo ya sabía lo que pasaba, así que no me pilló por sorpresa. Aun así, me dije: hemos venido a jugar, enséñame lo que tienes.
Pero la película acaba atrapada en sus propias reglas, que parecen inquebrantables. Y después de veinte escenas de personajes discutiendo si les dejan entrar o no al club, llega una resolución que parece sacada de la manga, de lo absurda que es. Aun así, sigues viendo.
Hasta que te das cuenta de que hay muchos momentos así. Personajes que desaparecen sin más, porque al guion no le interesan o porque, si no se van algunos malos, los buenos no podrán ganar. Y bueno, vale, el viaje entretiene.
Y sin spoiler, pero el epílogo... Uff… Ya han empezado los créditos y, de repente, insertan una escena que no sé a quién cojones le pareció buena idea, pero madre mía, qué cosa más innecesaria.
La peli está guay y te hace pasar el rato, pero es una pena que esos pequeños fallos la alejen de ser algo más redondo.
Lilo & Stitch (2025)
Tengo que avisar ya desde el comienzo que nunca he visto la original de dibujos. No sé si porque ya estaba en otras cosas y pasaba de pelis Disney, o porque era un puritano del Disney de princesas musical. Aunque lo más seguro es que estaba en plena adolescencia siendo subnormal.
De esta película conocía a los personajes y su premisa, así que por cultura general algo me había llegado. Una historia muy similar al E.T. de Spielberg, pero en Hawái y con un alien mucho más gamberro. Y es que la historia nos narra lo mismo: una familia desestructurada, una niña que no tiene amigos, y un extraterrestre que se convierte en su colega. De hecho, voy más allá, y aquí es donde me pongo modo arquetípico: tenemos el mismo patrón narrativo de siempre. Llega de los cielos, hace milagros, muere y resucita.
Sí, ya sé lo que estás pensando: ¿Genís, acabas de comparar la historia de Lilo & Stitch con la de Jesucristo? Efectivamente. Pero desde un punto de vista narrativo. Porque si lo piensas bien, E.T., Jesucristo, Stitch, incluso Superman… todos tienen la misma estructura. Ya sea porque te envía tu padre porque eres el salvador, porque te dejan olvidado en la Tierra, porque eres un experimento fallido que escapa, o porque tu planeta va a destruirse… acabas llegando. Luego tienes poderes, que podrían interpretarse como "milagros". Pongo las comillas porque no quiero entrar en conflictos teológicos ni que me acusen de blasfemar. Narrativa. Siempre narrativa.
Pero después de tanta turra… ¿la película mola?
¡Por supuesto! Fui a verla al cine con mis sobrinos, mi hermana y mi cuñado, y lo pasamos genial. Mi hermana se pasó la peli llorando, conectó mucho. Y es que es normal, esa hermana de Lilo obligada por las circunstancias a hacer de madre es un drama. Pero muy bien medido. Obviamente yo también lloré en varios momentos. Lo mejor de la película, sin ninguna duda, es la jovencísima actriz que hace de Lilo. Te la comerías, es una monada y lo hace súper bien.
He visto y leído muchas cosas de los fans de la original, que si no han puesto a algunos personajes y demás. No sé hasta qué punto afecta al conjunto, pero he de admitir que lo malo que tienen los live action, igual que los remakes o adaptaciones, es que si viste la pieza original, vas a estar comparando todo el rato, inevitablemente. Así que, en parte, agradezco no haberla visto nunca: he entrado de nuevas en esta.
Por cierto.
Ya puedes ver nuestro directo sobre Regreso al Futuro en el Palacio de la Prensa de Madrid
Misión Imposible: The Final Reckoning
En una época en la que el cine de acción clásico ya no es el género blockbuster principal, Ethan Hunt siempre vuelve para recordarnos que aún se puede hacer ese cine. Digo Ethan Hunt, pero en realidad me refiero a Tom Cruise, que no solo es un género en sí mismo, sino la última vieja gloria de esos últimos resquicios del cine de acción clásico, y además, el que mejor ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos.
Misión Imposible regresa con esta “conclusión” de Sentencia Mortal (2023), aunque lo de “parte 2” se lo han quitado de en medio sabiendo que eso hunde taquillas. Y vuelve con lo de siempre: adrenalina, tensión y grandes dosis de acción.
No es la mejor de la saga, ni se le pide ya eso a cada entrega, pero consigue entretener durante casi tres horas gracias a cómo explota sus pocas set-pieces. Pocas, sí, pero extensas, tensas y llenas de matices que se van enredando hasta lo absurdo. Como ya pasaba en la anterior con la secuencia del tren (que duraba media película) aquí ocurre algo parecido: si te paras a pensarlo, no han pasado muchas cosas… pero donde pasan, exprimen cada segundo. A cada paso que se da, surgen dos contratiempos más. Y cuando crees que ya no puede ir a más, va a más. Como un efecto dominó infinito.
Tom Cruise está inmenso, disfrutando como un niño con su papel de Ethan Hunt. Y nosotros con él. Porque no puedes evitar sufrir al verlo vivir el cine al límite para regalarnos las mejores escenas posibles. Está claro que en el argumento todo sale bien a base de suerte y pactos con el guion... Pero nos da igual. Solo por ver a este señor haciendo lo que hace, ya merece la pena.
Y encima, que este tipo de cine aún exista gracias a él, es algo por lo que, como fan del género, le estoy eternamente agradecido.
Porque el cine de acción post-Bourne lo cambió todo: peleas donde la cámara se movía más que Jack Sparrow haciendo zumba, y héroes muy humanos. Incluso Bond pasó de ser el de los gadgets a convertirse en un sicario de la corona con traumas, despeinado y con sentimientos. Pero el Hunt de Cruise se mantuvo ahí, haciendo piruetas imposibles, alejándose de esa nueva ola. Y lo más curioso: aún funcionaba.
El secreto está claro. Cuando ves una escena imposible en una peli de Tom Cruise, no te sale decir “buah, esto no me lo creo”, como sí pasa en La Jungla 4.0, cuando John McClane se sube al casco de un F-35, lo estrella y sale ileso. La diferencia es que, en las de Cruise, sabes que todo eso es real. Que el tío, con 62 años, lo hace de verdad. Sin dobles. La trama puede ser inverosímil, pero las escenas de acción están rodadas de verdad. Y eso les da una verdad que ya no tiene casi ninguna película del género. Ahí está la clave. Por eso Misión Imposible sigue funcionando.
¿Es la última vez que veremos a Ethan Hunt? Quién sabe. Será complicado encontrarle una amenaza mayor… pero si vuelve, aquí estaremos.
Porque sí, sigue con su dinámica. Pero también evoluciona. Son pelis que cada vez manejan mejor la tensión: temporizadores, montajes paralelos, tramas que penden de un hilo. Y siempre con la misma premisa: que salvar la situación es una tarea imposible.
Mads
A un chaval se le tuerce la noche de su cumpleaños cuando, después de visitar a su camello de confianza y probar una nueva droga, se le sube al coche una extraña chica: sin lengua, sin dientes y víctima de la locura que le produce un supuesto virus. Al parecer, al ingerir su sangre te convierte en una especie de vampiro-zombie-yonkie y, claro, si a esto le sumas que vas a una fiesta, ya tienes el jaleo servido en bandeja.
Esta propuesta francesa indie de terror sería como si Crepúsculo se hubiese tomado MDMA y ketamina. Está divertida, y técnicamente está muy bien llevada. Rodada en un plano secuencia (o al menos eso nos hace creer), traslada a través de la cámara y su movimiento incesante la transformación, ansiedad y locura por la que atraviesan los tres protagonistas, a los que seguimos durante el metraje a modo de capítulos en los que presenciamos su descenso a los infiernos.
No es lo típico que hemos visto una y mil veces en el género, y eso se agradece. Su atmósfera perturbadora, el ritmo que le da cómo está rodada y la puesta en escena la convierten en una peli de lo más divertida.
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