
Hola Batcuever,
Esta semana ha sido… curiosa.
El domingo pasado fue mi cumpleaños, y como regalo decidí hacer algo poco habitual: aislarme unos días en una hospedería para reescribir un guion que, con suerte, algún día, ojalá, pueda llegar a ser una película.
Para los que no me tengáis muy fichado a nivel profesional, hace unos años monté junto a tres amigos una productora de cine: Panorama5 Pictures.
Sí, suena a locura. Y sí, nos han dicho mil veces que hacer cine en España es imposible. Pero con nuestros ahorros, mucha ilusión y, espero, una pizca de talento, el año pasado rodamos nuestra primera película: Drea & Cloe.
Todavía no puedo contar mucho, pero llegará el momento. Y ahora estoy trabajando en lo que podría ser uno de nuestros próximos proyectos.
Hace unos meses terminé un primer borrador de un guion. Esta semana me he ido a reescribirlo desde cero, rodeado de naturaleza y silencio, lejos del móvil y redes sociales.
No lo he terminado, pero está casi. Han sido días intensos, pero también emocionantes. Escribir así, con todo el cuerpo metido en la historia, te agota… y te llena.
Pero bueno, tú has venido aquí a por pelis para el finde, ¿no?
Y si crees que estas recomendaciones podrían interesarle a alguien, nos harías un gran favor compartiendo esta publicación.
Votemos
Una película que empieza como una comedia ligera… y acaba siendo un espejo de nuestros prejuicios.
Arranca con mucho humor: un edificio cualquiera, una reunión de vecinos para votar la reforma del ascensor y con los tópicos de una comunidad. Personajes estereotipados que bien podrían haber salido de Aquí no hay quien viva. Pero lo que parece una tontería entre vecinos se convierte enseguida en un juicio encubierto. Y lo mejor de todo: el guion, tan bien medido, convierte esa excusa en una disección de los personajes, que van quitándose la máscara sin darse cuenta.
El tema de fondo, el cuál está tratado con respeto e inteligencia, es la salud mental. Y el enfoque es muy teatral: una sola localización, tensión in crescendo, y diálogos tan ágiles que te llevan de la risa al drama en segundos. Acabas exhausto de la cera que se reparte. No hay héroes ni villanos, solo vecinos con miedo maquillado de civismo. Y lo peor: tú también te ves ahí. Pensando cómo reaccionarías.
¿Los peros? Algún momento chirría a nivel visual o de puesta en escena, pero son detalles menores. La película funciona con una inteligencia brutal.
En el reparto, Clara Lago, Gonzalo de Castro, Tito Valverde, Raúl Fernández y Neus Sanz están todos apoteósicos.
Puedes verla en tu cine habitual
10 razones para odiarte
Me encantan las películas de adolescentes de los 80 y 90, esas en las que John Hughes era el mejor. Esta bebe mucho de él. Y aunque ya está casi, casi entrando en los 2000, conserva ese aire noventero. Además, aquí no solo tenemos el género juvenil, sino que es además una comedia romántica encantadora.
Vuelvo a ella recurrentemente porque lo tiene todo: un elenco brutal, una playlist de la época que te traslada al tono y a la ambientación, diálogos ágiles... y todo está ejecutado de forma maravillosa. Tiene tantos personajes, tramas y subtramas que casi parece que sean varias películas en una. De hecho, siempre que vuelvo a ella pienso: “¿Esto también era de esta película? ¡Es verdad!” Y bueno, lo de los diálogos ágiles... es que hay algunas frases dichas por alumnos de instituto con un nivel léxico que ni Cervantes. Pero oye, funciona de maravilla.
La trama principal la hemos visto muchas veces: que le paguen a uno para salir con otro. Ya sea por una apuesta para convertir a la fea del insti en la reina del baile (Alguien como tú) o para que al verme contigo me vuelva popular (No puedes comprar mi amor). Ves, la primera que he referenciado es del mismo año que 10 razones para odiarte y, sin embargo, ya tiene todo el aire del cine de los 2000. Parece que les separe una década, de hecho.
Y como decía, parece que hay más de una película, porque no solo tenemos al añoradísimo Heath Ledger intentando conquistar a Julia Stiles. De manera paralela, está también Joseph Gordon-Levitt con su propia conquista. Y la película abre con este último, cuando llega como nuevo alumno, pero todos recordamos a Heath y Julia como los verdaderos protagonistas. Y a ver, es que lo son.
Esta película no solo es divertida, sino que está muy bien hecha. Tiene planos con una ejecución quirúrgica, referencias a muchísimo cine y un montaje súper ágil. Si me tengo que quedar con algo que aún me sigue volando la cabeza, es ese plano secuencia que cierra la película. La cámara empieza en el parking del instituto, captura un beso final, se eleva con la música y de repente sube hasta el cielo, mientras el rollo de créditos va subiendo, y de repente… ¡WTF! La banda de música que le encanta a la prota está tocando en lo alto de la azotea del edificio. Y están tocando a tiempo con la música extradiegética. Pues nada, la cámara se pone a darles vueltas y luego se aleja. Ver todo esto en una época donde no existían drones es una locura. Porque, seamos sinceros, la película ya había terminado. Hacer esto es una muy gratuita, aunque genial, sacada de po***.
La tienes en Disney+
Novocaine
Pues oye, divertida es. Una película que se disfruta más cuanto menos intentes entenderla. Arranca como una comedia romántica más o menos convencional y, sin darte cuenta, se convierte en una comedia de acción absolutamente descafeinada, con momentos gore, coreografías con stunts muy bien hechas, al estilo John Wick y una energía y adrenalina que va in crescendo.
Lo mejor es que no intenta ser, para nada, verosímil. De hecho, cada vez que el guion se asoma a algún tipo de lógica interna, lo que hace es cagarse en ella y seguir adelante sin frenos. Y eso, lejos de jugarle a la contra, acaba siendo su mayor encanto. Es una peli que sabe perfectamente lo que quiere: adrenalina, humor negro y hostias, muchas hostias. No le busques la lógica y disfruta.
Jack Quaid está muy bien en ese papel de pringado con cara de susto permanente, que ya vimos en The Boys. Aquí se lanza a una odisea absurda por amor y mola un montón. Pero lo más interesante es cómo le dan una vuelta a su motivación, lo que él cree que está haciendo y por qué. Y no voy a contar más, porque justo ahí es donde creo que la peli acierta más y se gana tu curiosidad, obligándote a quedarte hasta el final.
Puedes alquilarla en AppleTv
Por cierto.
Ya puedes ver nuestro directo sobre Regreso al Futuro en el Palacio de la Prensa de Madrid
Prey
Película entretenida, sin más. La vi cuando salió y no me acordaba de prácticamente nada, lo cual no me sorprende: tiene una trama muy simple. Eso no la hace mala, pero tampoco especialmente memorable. Recupera bien el espíritu del Depredador original, con la selva como escenario y la dinámica de cazar como eje central, pero no da mucho más de sí.
Esta película formó parte de la estrategia de Disney para estrenarla en Hulu y así aumentar suscriptores. Estuvo pensada directamente para streaming, y se nota. No solo por el ritmo o la factura, sino por cómo está rodada: imagen limpia, encuadres funcionales, efectos correctos… pero todo muy plano, muy aséptico. Como si le hubieran quitado toda la textura para que se vea bien en cualquier pantalla. Le falta grano, atmósfera y ese nervio visual que convierte una película en una experiencia. Esto se ve, se entiende, pero no se siente. Solo hay que comparar unos segundos con cualquier otra de la franquicia. Hasta los crossovers se ven mejor en cuanto a cinematografía.
Algo que ya comenté cuando recomendé La Cosa, y que aquí añado un plus con esta franquicia, es que en los ochenta hubo un trío imbatible en cuanto a terror y ciencia ficción: La Cosa, Alien y Depredador. Las tres han tenido revisiones recientes con protagonistas femeninas: The Thing (2011), Prey y Alien: Romulus. Y de esas tres, la que mejor ha funcionado es Romulus. Por tono, por tensión y por cómo equilibra respeto y novedad. Prey cumple, pero juega sobre seguro. No molesta, pero tampoco deja huella.
La tienes en Disney+
Juegos de guerra
Un chaval de instituto que es un genio de la informática, se conecta por casualidad a un ordenador militar y por error podría provocar la Tercera Guerra Mundial.
Ese es el punto de partida de Juegos de guerra, una película que, aunque esté llena de tecnología ochentera, sigue teniendo algo que la hace funcionar aún como un reloj.
Matthew Broderick interpreta a David Lightman, un adolescente que, antes de ser Ferris Bueller, ya era el héroe perfecto para cualquier amante de los 80: guapete, gracioso, espabilado, se pelaba las clases, amañaba las notas y además era bueno en los videojuegos. Pero sobre todo, era una especie de McGyver digital.
Los ordenadores son su vía de escape y su manera de rebelarse contra el sistema. Sin embargo, un día intentando acceder al ordenador de una empresa de videojuegos, activa una Inteligencia Artificial capaz de controlar toda la tecnología militar del país. Y lo peor, esa IA quiere jugar a un juego de guerra.
Lo más curioso de esta peli es que, a pesar de que la tecnología que vemos en pantalla está totalmente desfasada, los trucos que hace David siguen funcionando para el espectador y haciendo que la película se conserve original y sorprenda. Yo con 17 años no sabía ni buscar en el teletexto y este tío abría cerraduras de código con sonidos, se colaba en redes militares, y llamaba desde una cabina sin dinero haciendo uso de un abrelatas… y encima le salía bien.
Tiene ese punto de película adolescente con alma de thriller. El mundo adulto no entiende nada, y el chaval rebelde y brillante es el único que ve lo que está pasando.
Y lo más interesante es que no se resuelve con disparos ni persecuciones. La tensión se construye y se resuelve con una idea. Con un ordenador que simula millones de partidas hasta entender, por sí mismo, que no puede ganar.
Puedes alquilarla en PrimeVideo o en AppleTv+
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